domingo, 3 de enero de 2010

El cordero Lambert

El Toro Ferdinando

El Vendedor de Bibliotecas


Hoy he descubierto un blog muy interesante, Animación a la Lectura ( http://animacionlecturas.blogspot.com/) , en él hay muchísimos post que no sólo te entretienen sino que te hacen pensar como este en el que nos habla de un Vendedor de Bibliotecas ( aquí, en España, son los vendedores de Enciclopedias). Un post que tiene su mensaje y te hace pensar, reflexionar:

EL VENDEDOR DE BIBLIOTECAS.

Hace muchos años, tantos, que aún era niño, llegó a nuestro hogar un vendedor que dijo ofrecía bibliotecas. Junto con su maletín llevaba dos cajas. Mi padre lo hizo seguir y en la sala, junto a nuestra vieja biblioteca de madera llena de libros, el hombre descargó su pesada compañía.

De su portapapeles extrajo unas hojas plastificadas en donde estaban las fotografías de varios modelos de bibliotecas. Esperaba ver muchas atestadas de libros. Pero lo que mostraba era unos estantes de todos los tamaños. Las había altas, bajas, con floreros en medio, portarretratos, relojes, y muchos más adornos. Parecía un escaparate de miscelánea.

La novedad era que esas distintas formas se armaban libremente y siempre con los mismos módulos que extrajo de esas cajas. Eran de color marrón, rectangulares que tenían a sus lados unos ganchos de metal de color amarillo, como si fueran de oro.

Procedió a juntarlos y en unos minutos se levantaba un armazón. Lo alzó muy fácil y lo puso contra una pared. Sin el permiso de nadie, agarró algunos de nuestros libros de la verdadera biblioteca y los puso sobre ese mueble. De igual manera hizo con el gran radio Phillips amarillo y café. Orgulloso nos presentó su obra y dijo que esa biblioteca podría ser del tamaño que cada uno quisiera pues se le podían añadir o quitar piezas.

Además, aconsejó que a mayor número de módulos, más objetos tendríamos posibilidad de exhibir. También, que se podían crear mini “bibliotecas” y ponerlas en varias partes de la casa. Incluso, aseveró, entre más cajas compráramos, cada uno de los integrantes de la familia podría tener su propia “biblioteca”.

Terminada su exposición, mi padre, como era costumbre, carraspeó, se llevó la mano derecha cerrada a la boca, miro su biblioteca y apartando nuevamente la mano le dijo al vendedor: Y si a ese mueble le llama biblioteca, ¿por qué también no la vende con libros?

Ese recuerdo sale de mi memoria, cuando visito hogares en donde no existe siquiera un pequeño mueble con libros. Desafortunadamente, ese vendedor y tantos factores, ya predecían que algún día vendrían unos muebles de demostración del consumismo, que botarían a los que albergaban la inteligencia.. ¡Esas si eran las verdaderas bibliotecas!
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E.Jhonny López A.