miércoles, 9 de septiembre de 2009

Un poema para mi oreja malita


Ya que tengo el oído malito, voy a dedicarle un poema de Giani Rodari. No la tengo, la oreja, verde como describe el poema sino más bien tirando a roja. Me ha parecido gracioso.

Un día, en el Expreso Soria Monteverde,
Vi subir a un hombre con una oreja verde.
Ya joven no era, sino maduro parecía,
Salvo, la oreja que verde seguía.
Me cambié de sitio para estar a su lado
y observar el fenómeno bien mirado.
Le dije: Señor, Usted, tiene ya cierta edad,
Dígame, esa oreja verde, ¿le es de alguna utilidad?
Me contestó amablemente: yo ya soy persona vieja,
Pues de joven sólo tengo esta oreja.
Es una oreja de niño, que me sirve para oír
cosas que los adultos nunca se paran a sentir:
Oigo lo que los árboles dicen, los pájaros que cantan,
las piedras, los ríos y las nubes que pasan,
oigo también a los niños, cuando cuentan cosas
que a una oreja madura, parecerían misteriosas.

Así habló el Señor de la oreja verde
Aquel día, en el Expreso Soria Monteverde


Gianni Rodari


Nota: Las "orejotas" me las ha prestado gustoso Legolas.