lunes, 24 de agosto de 2009

Hoy hace calor... más poemas


Hoy hace mucho calor por aquí, tanto que me estoy durmiendo. El aire está a 20ºC pero no se nota nada. La botella de agua va menguando.... Buscando buscando, he hallado este poema de Lorca dedicado a la lluvia. Lluvia fresca que nos refresque, que limpie las cosas negativas y que nos despierte.


LLUVIA

Enero de 1919
(Granada)

La lluvia tiene un vago secreto de ternura,
algo de soñolencia resignada y amable,
una música humilde se despierta con ella
que hace vibrar el alma dormida del paisaje.

Es un besar azul que recibe la Tierra,
el mito primitivo que vuelve a realizarse.
El contacto ya frío de cielo y tierra viejos
con una mansedumbre de atardecer constante.

Es la aurora del fruto. La que nos trae las flores
y nos unge de espíritu santo de los mares.
La que derrama vida sobre las sementeras
y en el alma tristeza de lo que no se sabe.

La nostalgia terrible de una vida perdida,
el fatal sentimiento de haber nacido tarde,
o la ilusión inquieta de un mañana imposible
con la inquietud cercana del color de la carne.

El amor se despierta en el gris de su ritmo,
nuestro cielo interior tiene un triunfo de sangre,
pero nuestro optimismo se convierte en tristeza
al contemplar las gotas muertas en los cristales.

Y son las gotas: ojos de infinito que miran
al infinito blanco que les sirvió de madre.

Cada gota de lluvia tiembla en el cristal turbio
y le dejan divinas heridas de diamante.
Son poetas del agua que han visto y que meditan
lo que la muchedumbre de los ríos no sabe.

¡Oh lluvia silenciosa, sin tormentas ni vientos,
lluvia mansa y serena de esquila y luz suave,
lluvia buena y pacifica que eres la verdadera,
la que llorosa y triste sobre las cosas caes!

¡Oh lluvia franciscana que llevas a tus gotas
almas de fuentes claras y humildes manantiales!
Cuando sobre los campos desciendes lentamente
las rosas de mi pecho con tus sonidos abres.

El canto primitivo que dices al silencio
y la historia sonora que cuentas al ramaje
los comenta llorando mi corazón desierto
en un negro y profundo pentágrama sin clave.

Mi alma tiene tristeza de la lluvia serena,
tristeza resignada de cosa irrealizable,
tengo en el horizonte un lucero encendido
y el corazón me impide que corra a contemplarte.

¡Oh lluvia silenciosa que los árboles aman
y eres sobre el piano dulzura emocionante;
das al alma las mismas nieblas y resonancias
que pones en el alma dormida del paisaje!

"Llueve sobre el bosque verde" de Juan Ramón Jiménez


He leído en una nota que hay quién considera la poesía de Juan Ramón Jiménez y otros como una "poesía de dinosaurios", dirigida a personas mayores y anticuadas cuando no es así. La buena poesía no sabe ni de edades, épocas, tiempos y espacios. Simplemente sabe de cómo dirigirse al corazón de las personas y hacerles estremecer, motivarles, sacudir en ellas toda la sensibilidad.

Vivimos en una época en la que la poesía aparece como la más marginada entre los géneros literarios. Se escribe poesía pero se lee muy poca. La gente, da la sensación, de que va a lo fácil. Que no quiere complicarse mucho la vida desenmascarando epítetos, metáforas, sinalefas, hipérborles y personificacioes. Que le es más fácil y cómodo recurrir a la prosa donde todo es más sencillo y no debe adivinar lo que se esconde detrás de cada palabra. Pero tampoco es esto. La poesía es igual de necesaria que el teatro, la novela o el ensayo. La poesía debe existir pues es el alimiento del alma, la dosis de sensibilidad que le hace falta para seguir adelante.

Ningún poeta está caduco ni es lectura exclusiva para dinosaurios. No, siguen manteniendo su actualidad puesto que el mensaje de la poesía nunca pasa de moda ni se volatiza con el tiempo.



Llueve sobre el campo verde...
¡Qué paz! El agua se abre
y la hierba de noviembre
es de pálidos diamantes.

Se apaga el sol; de la choza
de la huerta se ve el valle
más verde, más oloroso,
más idílico que antes.

Llueve; los álamos blancos
se ennegrecen; los pinares
se alejan; todo está gris
melancólico y fragante.

Y en el ocaso doliente
surgen vagas claridades
malvas, rosas, amarillas,
de sedas y de cristales...

¡Oh la lluvia sobre el campo
verde! ¡Qué paz! En el aire
vienen aromas mojados
de violetas otoñales.

Una poesía de Lorca


Uno de mis poetas más admirados dentro de la literatura en lengua castellana es Federico García Lorca. Tanto sus poemas como sus obras de teatro tienen algo que las hace diferentes al resto aunque parezcan muy simples y fáciles a primera vista como es el caso de esta canción infantil que compuso para una niña que murió un día de agosto de 1928. En este poema puede verse y apreciarse la sensiblidad de Lorca. Aparentemente, es un poema muy sencillito pero encierra una gran carga poética y emocional.

La poesía de Lorca es muy especial, rebosa sensibilidad por los cuatro costados. Sensibilidad y compromiso incluso en los poemas más inocentes aparentemente.




CANCIONES PARA NIÑOS

A LA MARAVILLOSA NIÑA COLOMBA MORLA VICUÑA,
DORMIDA PIADOSAMENTE EL DÍA 12 DE AGOSTO DE 1928


CANCIÓN CHINA EN EUROPA

A MI AHIJADA ISABEL CLARA

La señorita
del abanico,
va por el puente
del fresco río.

Los caballeros
con sus levitas,
miran el puente
sin barandillas.

La señorita
del abanico
y los volantes
busca marido.

Los caballeros
están casados,
con altas rubias
de idioma blanco.

Los grillos cantan
por el Oeste.

(La señorita,
va por lo verde).

Los grillos cantan
bajo las flores.

(Los caballeros,
van por el Norte).

Federico García Lorca, 1923