domingo, 23 de agosto de 2009

Ya que lo he nombrado...


No me resisto a poner la introducción de "Platero y yo" una obra tierna donde las haya. No es sólo poesía lo que hay en ella sino todo el amor que Juan Ramón Jiménez sentía por este burrito. 

Sirva también de homenaje a todos los burritos.


Platero es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos. Sólo los espejos de azabache de sus ojos son duros cual dos escarabajos de cristal negro.
Lo dejo suelto, y se va al prado, y acaricia tibiamente con su hocico, rozándolas apenas, las florecillas rosas, celestes y gualdas... Lo llamo dulcemente: «¿Platero?» y viene a mí con un trotecillo alegre que parece que se ríe en no sé qué cascabeleo ideal...
Come cuanto le doy. Le gustan las naranjas mandarinas, las uvas moscateles, todas de ámbar; los higos morados, con su cristalina gotita de miel...
Es tierno y mimoso igual que un niño, que una niña...; pero fuerte y seco por dentro como de piedra. Cuando paso sobre él, los domingos, por las últimas callejas del pueblo, los hombres del campo, vestidos de limpio y despaciosos, se quedan mirándolo:
-Tien' asero...
Tiene acero. Acero y plata de luna, al mismo tiempo.

Un poema de Juan Ramón Jiménez: " La mar"


Juan Ramón Jiménez es uno de los poetas más importantes de la Literatura en lengua castellana y universal. Todos conocemos a su entrañable Platero, pero escribió muchos más poemas a cuál más bello. Hoy quiero compartir con vosotros este que escribió y que dedicó al mar.


El mar lejano

La fuente aleja su cantata.
Despiertan todos los caminos...
Mar de la aurora, mar de plata,
¡qué limpio estás entre los pinos!

Viento del Sur, ¿vienes sonoro
de soles? Ciegan los caminos...
Mar de la siesta, mar de oro,
¡qué alegre estás sobre los pinos!

Dice el verdón no sé qué cosa...
Mi alma se va por los caminos...
Mar de la tarde, mar de rosa,
¡qué dulce estás entre los pinos!